Aquello es un inmenso y desolador desierto, sin vegetación, un secarral con la mayor variedad de ocres que he visto en mi vida». Augusto detiene el pincel unos instantes y observa el lienzo, en silencio. Uno no llega a saber si para observar el resultado o para traer a la memoria los recuerdos de su viaje a Afganistán, con las Fuerzas Armadas españolas, en agosto pasado. En la tranquilidad de su pequeño estudio, el pintor me recibe unos minutos, un breve respiro que aprovecho para que me dé detalles de cómo avanza el «Proyecto Afganistán», su compromiso de plasmar al óleo la labor que en estos muchos años, los militares han desarrollado en el país asiático.





