Cuenta Jorge Fernández Díaz (Valladolid, 1950) que ya de pequeño, se conocía de memoria los nombres de los ministros que formaban el Gobierno, sin imaginar siquiera que un día, el suyo formaría parte de la «alineación». Ministro del Interior desde el pasado diciembre, este vallisoletano, hijo de militar, conoce con detalle todo el difuso entramado de eso que se llama «Estado», pues, no en vano, tiene una dilatada carrera al servicio de los ciudadanos, desde que en 1979 fuese nombrado Delegado del Ministerio de Trabajo en Barcelona. Gobernador civil, concejal, diputado autonómico, diputado nacional, secretario de Estado, vicepresidente del Congreso. Ahora, al frente de uno de los ministerios con mayor responsabilidad del Gobierno, lucha por reducir aún más los bajos índices de delincuencia en España y afronta la no menos complicada tarea de acabar para siempre con la banda terrorista ETA. Fuerte de convicciones morales, optimista, apasionado, el ministro del Interior apela al compromiso y al esfuerzo colectivo de los españoles para superar los momentos de crisis. En su memoria, siempre, el ejemplo de los jinetes del Regimiento Alcántara, que en 1921 supieron sacrificarse en Annual en beneficio del resto del Ejército de África.

Pregunta.- A lo largo de su ya larga trayectoria política ha ocupado muchos cargos en diferentes instituciones del Estado ¿Que representa para usted hoy ser Ministro del Interior del Reino de España?

Respuesta.- Efectivamente, en mi caso el interés por la política fue muy temprano. Por ejemplo, le puedo contar que, al igual que en el colegio nos sabíamos las alineaciones de los principales equipos de futbol, yo también me sabía las «alineaciones » de los Gobiernos de la época: poco podía yo imaginarme entonces que mi nombre figuraría en una de esas listas. Está claro que tener el honor de ser Ministro del Interior de España es una gran responsabilidad que, a la vez, está llena de satisfacciones pues, no en vano, es el Ministerio responsable de garantizar los derechos de todos los ciudadanos, su libertad y su seguridad.

P.- ¿Considera España un país seguro?

R.- Rotundamente sí. Las estadísticas de criminalidad que recientemente presentamos en el Congreso, y que sitúan la tasa de criminalidad en España muy por debajo de la media europea, así lo atestiguan. Nuestra Policía y nuestra Guardia Civil cuentan con experiencia, medios y excelentes profesionales que trabajan día a día por garantizar la seguridad de todos. Sin embargo, no podemos ni debemos bajar la guardia. Nos enfrentamos a amenazas muy diversas y cambiantes, que van a seguir exigiendo el máximo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

P.- Es recurrente el debate sobre la unificación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. ¿Por qué es usted defensor de la existencia de ambos? ¿Qué características destacaría de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía en la España del siglo XXI?

R.- La existencia de ambos Cuerpos se fundamente en una amplísima lista de razones. Esencialmente, se trata de dos Cuerpos con diferentes e importantes singularidades, cuyo funcionamiento complementario en sus respectivos ámbitos y demarcaciones consigue optimizar al máximo las capacidades y resultados de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En cuanto a las características de ambos en el siglo XXI, me gustaría destacar el uso de la más puntera tecnología para responder a las nuevas amenazas, así como su capacidad de cooperación y colaboración, no sólo con otros cuerpos de países amigos, sino, sobre todo, con entes internacionales como Interpol o Europol, en los que España es un país activo y respetado.

P.- Se que es una pregunta difícil pero…¿Veremos pronto la desaparición de la banda terrorista ETA?

R.- Todos deseamos que esta noticia llegue lo antes posible. Sin embargo, no podemos olvidar que ETA no ha dejado de matar por convicción, ni mucho menos por respeto a las instituciones democráticas. Lo ha hecho por agotamiento y como consecuencia de la acción del Estado de Derecho. Trabajamos para verificar que este cambio estratégico, al que se ha visto forzada la banda, es totalmente irreversible. En efecto, las dudas terminarían si, como llevo pidiendo desde mi primer día al frente del Ministerio del Interior, ETA anuncia su disolución incondicional y procede a entregar las armas.

P.- ¿Puede valorar la evolución de la sociedad española en los últimos 30 años? En qué considera usted que estamos mejor y en qué, peor.

R.- La sociedad española ha cambiado muchísimo a lo largo de estos últimos 30 años. Y aunque es cierto que parte importante de nuestra evolución ha seguido el paso marcado internacionalmente por la fuerza de la Globalización, también lo es que en España estos cambios han adquirido ciertos rasgos propios. De hecho, creo que esa apertura al exterior de la sociedad española es uno de los grandes éxitos de estos últimos 30 años. En el plano negativo, me temo que a lo largo de estos años, la sociedad española se ha dejado por el camino ciertos elementos de su personalidad que necesitamos recuperar. Me refiero fundamentalmente a los valores del esfuerzo y el compromiso colectivos. En ocasiones, uno tiene la sensación de que los pocos esfuerzos que observamos hoy día son siempre individuales, y de que se ha perdido el espíritu constructivo (y colectivo) de hace 30 años. Precisamente, en un momento de crisis como el actual es cuando hay que recuperarlo, y en este sentido, soy optimista al respecto.

«ETA HA DEJADO DE MATAR POR LA ACCIÓN DEL

ESTADO DE DERECHO, NO POR CONVENCIMIENTO»

 

P.- Es usted una persona de acendrados valores (familia, cultura, religión…) ¿Considera que están en decadencia? ¿Piensa usted que si fuera verdad que estos valores retroceden en el mundo actual, afectaría de alguna manera al futuro de España y de Europa?

R.- Creo que los valores que usted menciona conviven con una dualidad un tanto paradójica. Por un lado, existe una importante corriente mediática, tanto pública como privada, que hace gala de esa decadencia. Sin embargo, por el otro nos encontramos con que la familia ha sido una institución absolutamente clave para ayudar a superar las terribles estrecheces que ha traído consigo la crisis económica, y que muchísimos españoles, como comprobamos durante la visita de Su Santidad el Papa Benedicto XVI el pasado verano, construyen sus vidas desde una visión transcendente de la misma. Por eso, creo que no es serio hablar de decadencia. La sociedad española y europea seguirán evolucionando tal y como siempre han hecho. Estoy convencido, de que seguirán haciéndolo de la mano de una serie de valores que están intrínsecamente ligados a nuestra sociedad desde hace siglos y que, lógicamente, se adaptarán como se han ido adaptando hasta hoy. No puede ser de otra manera, puesto que forman parte de nuestro inconsciente colectivo.

P.- Normalmente los gobiernos tienen marcada una política, pero en una situación como la actual, ¿nos podemos encontrar con que sean los acontecimientos los que marquen la política de un gobierno?

R.- Sí pero no. Me explico: sí, porque a nadie se le escapa que a lo largo de una legislatura pueden ocurrir imprevistos que acaban marcando la agenda política tanto a nivel nacional como internacional (11-S, primavera árabe, etc.), pero no, porque lógicamente la acción de un Gobierno responsable no se basa en la reacción, sino en una previsión cada vez mejor definida, sobre la que alcanzar sus objetivos políticos. Bien distinto es que nos encontremos con Gobiernos irresponsables, que desafortunadamente, también los ha habido.

P.- ¿Que opinión le merece la iniciativa de la revista histórico cultural «F.D. Magazine»?

R.- Me parece una iniciativa excelente. La divulgación de nuestra cultura y nuestra historia es siempre una buena noticia de la que todos podemos sacar provecho.

P.- A menudo se afirma que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. ¿Considera usted que los españoles conocen realmente su historia?

R.- Considero que, lamentablemente, dependiendo del sistema escolar de turno, hay muchos españoles que no conocen suficientemente su historia. Estoy convencido de que para un ciudadano francés, británico o estadounidense, no es concebible que se enseñe una historia diferente de su país, según la ciudad o región en la que residas. En todo caso, soy optimista respecto al grado de interés que despierta la historia de España en nuestra sociedad. No hay más que ver el éxito que suscitan novelas, películas y hasta series de televisión que recrean nuestros principales episodios históricos.

P.- Siempre hay algún hecho histórico que nos ha marcado en nuestra juventud y que nos ha llamado más la atención que otros ¿Podría indicarnos alguno en la historia de nuestro país, que le haya marcado más o que le parezca más determinante?

R.- No tanto porque haya sido determinante para mí personalmente, sino por el carácter extraordinariamente heroico de la hazaña militar y lo lamentablemente desconocida que es para el gran público, quisiera recordar aquí la actuación del Regimiento Alcántara del Arma de Caballería de, durante la retirada de las tropas españolas en Annual. El 23 de julio de 1921 este Regimiento ha sido ya diezmado protegiendo la retirada de nuestras tropas: hombres y caballos están exhaustos. Al llegar al Río Igan el Regimiento sólo cuenta con 192 jinetes. A partir de ese momento, para seguir protegiendo a las tropas que se retiraban, realizan cuatro cargas seguidas contra los rifeños de Abd-El-Krim –que están apostados a lo largo de la margen del río–, cruzando el cauce seco y reagrupándose cuatro veces: la tercera carga la hacen al trote y la cuarta con jinetes a pie y los montados al paso. Tras alcanzar el objetivo solo quedan 67 hombres y 25 caballos. La heroicidad de esta hazaña es reconocida por los ejércitos de todo el mundo e, incluso, a mí personalmente, militares ingleses me la han reconocido como la carga del Arma de Caballería más heroica de toda la historia militar.

P.- ¿Como valora la implicación del pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau en la percepción actual de la historia de España?

R.- En mi modesta opinión creo que siempre, incluso en lo más ordinario y cotidiano, podemos encontrar una dimensión «épica» de la vida y no digamos ya si se trata de momentos estelares de nuestra historia, como los que recoge Augusto Ferrer- Dalmau con tanta precisión. Creo que esa visión épica, que este artista plasma tan bien, es muy necesaria en estos momentos, tanto por nuestro pasado como por los difíciles retos que nos plantea el futuro.

 

«LA FAMILIA ES UNA INSTITUCIÓN CLAVE PARA

SUPERAR LAS ESTRECHECES DE LA ACTUAL CRISIS»

 

P.- Díganos, por favor, cuáles serían las recomendaciones de un político con su experiencia para una regeneración real y efectiva del concepto de España en una situación como la actual.

R.- En una situación tan dura como la actual, creo que el concepto de España debe resurgir precisamente del conocimiento de nuestra historia, de la difusión de nuestros éxitos colectivos. El bicentenario de la Constitución de Cádiz es un gran ejemplo de ello. Un gran ejemplo de cómo los españoles fuimos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos en un momento de crisis nacional. La lista de logros comunes es inmensa. Creo que el espíritu de entendimiento previo a 1978 es también otra de esas muestras de triunfo en la unidad. Obviamente, regenerar el concepto de España implica conocer su historia y, sobre todo, estudiarla desde una perspectiva común, no convirtiendo el elemento diferenciador de turno en el centro de la materia. De hecho, creo sinceramente que la pluralidad española es uno de los activos que mejor definen nuestra personalidad común, la cual, en sí misma, es integradora, y no excluyente como algunos quieren vendernos cada día.

P.- Para terminar, Sr. Ministro, el último proyecto en el que está implicado el Sr. Ferrer-Dalmau versa sobre la Guardia Civil ¿Cual cree usted que es la percepción de la sociedad española sobre este Cuerpo Armado?

R.- Estoy convencido de que la Guardia Civil es una de las Instituciones más queridas por todos los españoles. Un cariño que se ha ido construyendo y consolidando con el paso de décadas labor constante y altamente profesional de sus miembros, pero sobre todo, gracias a la entrega, sacrificio y honor que siempre ha representado el Benemérito Instituto, y que se ha transmitido de padres a hijos. La sociedad española valora este esfuerzo y la Guardia Civil trabaja cada día para hacerse acreedora de este cariño.

 

«CREO QUE INCLUSO EN LO MÁS ORDINARIO Y COTIDIANO,

PODEMOS ENCONTRAR UNA DIMENSIÓN ÉPICA DE LA VIDA»

 

 

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