“España sigue siendo un país antimoderno”

[Antonio Santamarina / Carlos Molero]

José María Carrascal (El Vellón, 1930) ultima estos días la publicación de un nuevo libro, un profundísimo estudio sobre el contencioso que mantiene España con el Reino Unido por el peñón de Gibraltar. El veterano columnista de ABC, curtido en mil batallas periodísticas, se muestra en esta entrevista pesimista sobre el futuro inmediato de España, a la que considera no en crisis, sino enferma.

Pregunta.- ¿De dónde nace la idea de escribir sobre el contencioso de Gibraltar?

Respuesta.- Yo fui corresponsal en las Naciones Unidas durante la batalla diplomática de Gibraltar, desde que entra Gibraltar en el Comité de los 24 como uno de los territorios no descolonizados en 1963 hasta que se consigue en diciembre de 1967 la resolución en que prácticamente se reconocen los derechos de España sobre Gibraltar en la asamblea general. La Asamblea dice que Gibraltar tiene que ser descolonizado por negociaciones entre España y el Reino Unido teniendo en cuenta el principio de la integridad territorial de los países. Hay que tener en cuenta que existen dos principios para la descolonización, por libre determinación de los habitantes o por la integridad de los países, que era una clausula que habían introducido los africanos para evitar que las potencias coloniales se quedarán con los mejores enclaves de las colonias, como Katanga. Escribía diariamente mis crónicas sobre Gibraltar y son de los pocos artículos que arrancaba del periódico para conservar. Más tarde, me di cuenta de que había que ir al principio, a cómo se toma Gibraltar, y lo que pasa después. Y si lo primero es triste, lo que pasa después es más triste aún. Porque esos títulos o retítulos avalados por la ONU los hemos ido perdiendo por la mala gestión que prácticamente todos los ministros de Asuntos Exteriores, empezando por López Bravo, que fue el primero que cedió al acuñar aquello de «Hay que pensar juntos». ¡¡No hay que pensar, hay que aplicar la resolución de la Naciones Unidas!!

Pregunta.- En su opinión, ¿qué postura ha de mantener España en el contencioso?

Respuesta.- Creo que por ahora lo que tenemos que hacer es mantener nuestras posiciones, dentro de nuestra desgracia hemos tenido suerte porque las Naciones Unidas han defendido los derechos de España en Gibraltar mejor que nuestros ministros. La última reunión del Comité de los 24 fue en junio pasado, y allá fue el nuevo alcalde presidente de Gibraltar a decir lo mismo sobre el derecho a la autodeterminación, y el comité insistió en que se mantienen las anteriores resoluciones. Si algún día el asunto sale de la ONU y nos convencen de que lo llevemos al Tribunal de la Haya o cualquier otro, ya la habremos liado. Yo no creo que vea la vuelta de Gibraltar. Los españoles solemos olvidar la geografía, tenemos en contra de Gibraltar la historia, pero la geografía está a nuestro favor. Es una piedra que está ahí, un peñón inhóspito que solo vive de su metrópoli o vive de España. Hasta ahora de España, e Inglaterra encantada. Si conseguimos que un día tenga que vivir de ellos, lo sueltan al día siguiente. . En el mundo globalizado, Gibraltar no tiene lugar, hay que evitar que se legalice, y es muy importante que nosotros nos defendamos de Gibraltar, no sólo de los gibraltareños y de los ingleses, sino también de los españoles que están haciendo negocio con Gibraltar. Que estamos vendiendo nuestras rocas y piedras para ampliar el istmo, colaborando con ellos. Con eso hay que acabar.

Pregunta.- Además, Gibraltar va camino –si no lo es ya– de convertirse en un paraíso fiscal.

Respuesta.- Se ha convertido no solo en un paraíso fiscal donde se hacen los negocios más sucios, sino también en un lugar peligroso. Hay un artículo del fiscal de New York en el «New York Times» basado en un juicio celebrado el pasado mes de abril, en el que se condena a un traficante de armas que estaba consiguiendo misiles antiaéreos a través de un comerciante de armas búlgaro con sede en Gibraltar. Esas palabras me ratifican en que hay que acabar con esa colonia, creo que el mundo va contra Gibraltar.

«Lo que tiene

España no es una

crisis, es un fallo

del sistema«

Pregunta.- Y mientras tanto, el Reino Unido se muestra combativo contra el crimen internacional y el terrorismo en su política exterior. ¿Cómo se entiende eso?

Respuesta.- Porque los ingleses son así, son prácticos, tiene un sentido pragmático. Además, en el contencioso, los Estados Unidos se abstuvieron. Conseguir que no votasen contra la resolución ya fue mucho, pero porque Rota era para ellos más importante. Lo que ocurre es que EEUU no se fía del todo de España. ¿Qué ocurriría si llega un Gobierno español que les obliga a abandonar Rota? En cambio, Gibraltar siempre lo van a tener, siempre va a estar ahí.

Pregunta.- Se habla, y mucho, de la crisis. Pero ¿qué crisis hay en España? ¿económica? ¿moral? ¿es una exageración de los medios de comunicación?

Respuesta.- Creo que crisis es una palabra demasiado estrecha para resumir la situación en que nos encontramos. Crisis indica algo pasajero, algo más bien superficial, algo que sube y baja, como siempre. Lo que tiene España es un fallo de sistema, es algo sistemático. El sistema español de Gobierno, entendiendo por tal la Administración General del Estado, tiene defectos estructurales, que se traducen en defectos de comportamiento de todos los españoles. Y esto es lo más grave, porque si sólo fuese una crisis, se encontrarían antídotos contra ella, pero es que aquí no estamos hablando

«Con Gibraltar, lo único que hay que hacer es aplicar las resoluciones de la

ONU«

Pregunta.- ¿En qué sentido?

Respuesta.- En mi opinión, es el fallo del paso de una estructura del viejo régimen al nuevo régimen. Es decir, al régimen que tiene lugar con las revoluciones. Cuando la burguesía toma el mando eliminando a las fuerzas tradicionales, la monarquía absoluta, la nobleza y la Iglesia, y el pueblo empieza a ser el soberano. Esto no ha ocurrido todavía en España. Primero, porque esas fuerzas no se lo han dejado hacer, pese a los muchos intentos que ha habido. Yo tengo contados en el siglo XIX hasta nueve intentos, unos cuantos en el siglo XX, el último en la Transición. Al final las viejas fuerzas, tomando otras características y otros nombres, lo impiden. España sigue siendo un país antimoderno, y por eso no nos podemos adaptar a las estructuras modernas. Más aun cuando acaban de pegar un salto olímpico, pues han desaparecido las naciones y vamos hacia la globalización. No existe ese sentido de que el Pueblo es el soberano, aunque también es cierto que da la impresión de que tampoco el pueblo español quiere ser soberano. Eso de cargar con responsabilidades… Que se pongan de acuerdo esos dos partidos, y a mí que no me traigan líos. No hemos llegado a la mayoría de edad de la Democracia ni como Nación.

Pregunta.- ¿Y cuál podría ser la solución para ese problema, si la hay?

Respuesta.- Las revoluciones ya son cosas del pasado, yo creo que si alguien con auténtico liderazgo y partiendo de un hecho fundamental que es el ejemplo, antes de aplicar a otros las medidas que voy a dictar, me las aplico a mí mismo, el pueblo español le sigue. Pero eso es lo que nos está faltando, liderazgo firme, convencido uno mismo de lo que va a hacer y dando ejemplo de ello. Es un hombre o una mujer providencial. Yo recuerdo la Inglaterra de los años 60, que se iba por la cañería, un poco como en los Estados Unidos de Nixon, Ford y Carter, y llegó Reagan y acabó con ello de la manera más rápida. Se declararon en huelga los controladores aéreos y los puso en la calle, y se la jugó porque puso a controladores militares, redujo un 40 por ciento los vuelos, se le podía haber caído un vuelo. Se arriesga y toma decisiones.

«Las Fuerzas Armadas son el único estamento que ha hecho la Transición en España«

Pregunta.- Entiendo, por tanto, que quizás el problema radica en el «ser español»…

Respuesta.- España es un gran país, todos los países son buenos, y los españoles podemos funcionar, y hay una prueba que tenemos delante de los ojos. Y es que el español, fuera de España, rinde más que nadie. Yo he estado en Alemania en los 60 y los 70 y los españoles tenían fama de ser los prusianos comparados con italianos, turcos, griegos. ¿Por qué? Porque llegaba el señor aquel con la maleta de madera, sin saber una palabra de alemán, que lo único que quería eran horas extras, más trabajo, porque allí veía que su trabajo rendía un fruto. Y eso es lo importante, rendía un fruto, sacaba provecho. Ahora si él ve que el fruto que puede sacar es muy pequeño, o mucho más grave aún, que el mayor rendimiento en España se consigue a través de las influencias, de los familiares, del partico político… así no. El español cambia totalmente estando en España. No es un fallo del español, lo es del sistema. Y esta ocurriendo también con l a s empresas, por fortuna. Las que mejor funcionan en España son las que exportan al extranjero, pues no encuentran los impedimentos que hay aquí. Y para una economía que anda por los suelos, tenemos unas empresas –Zara, o las constructoras por ejemplo– que triunfan fuera. Estamos repitiendo el poema del Cid, qué buen vasallo sería si hubiera buen señor.

Pregunta.- ¿Qué habría que cambiar del sistema?

Respuesta.- La Justicia es la clave de la Democracia, cuando en 1975 Franco estaba a punto de morir, llegó un político a Nueva York, y nos reunió a los corresponsales y nos preguntó qué sistema político querríamos para España después del Franquismo, y le dije «a mí el sistema me importa poco, lo que quiero es una prensa libre y una Justicia independiente». Ahora resulta que hay juicios progresistas y jueces conservadores… ¿pero qué es eso? ¿es que hay una Justicia progresista o conservadora? En EE.UU., como los altos magistrados son elegidos por vida, al final de su carrera son unas personas que no le tienen miedo a nadie, se meten con el presidente o con quien sea.

«A mí el sistema me importa poco,

lo que quiero es una prensa libre y

una justicia independiente«

Pregunta.- Fue usted uno de los iconos, si me permite la expresión, del nacimiento de la televisión en España a principios de los años 90. ¿Qué le parece la televisión de ahora?

Respuesta.-Veo muy poca televisión, pero no porque tenga nada contra la televisión, aunque no he sido nunca hombre de televisión, soy más de escribir. No me he sentido nunca demasiado cómodo, no es mi medio, es más que nada entretenimiento, es el gran canguro de la sociedad actual, llena las horas, pero también las gasta, su gran problema es el tiempo que te hace perder. El tiempo es lo más valioso de este mundo, y hay que tener mucho cuidado con tirarlo. La veo poco, y me parece que se ha ido frivolizando cada vez más, y más, y más… Se ha frivolizado todo, hasta los informativos, que parecen tener por objetivo asombrar y entretener. En Estados Unidos, hay un canal público, muy pequeño para todos los EEUU, el PBS, y que hace unos programas impresionantes, yo he visto recientemente una serie sobre los últimos avances de la Ciencia, y de allí salió el programa Cosmos, de Carl Sagan. Entretienen y te hacen descubrir mundos mágicos fácilmente comprensibles.

Pregunta.- Usted conoce la obra pictórica de Augusto Ferrer-Dalmau, ¿qué opinión le merece el hecho de que centre su obra en la temática militar?

Respuesta.- Pienso que las Fuerzas Armadas son el único estamento que ha hecho la Transición en España. En febrero de este año, fui a dar una conferencia a la Escuela Naval de Marín, y me quedé impresionado de los chicos y chicas con que respeto, con qué vocación con qué profesionalidad actúan, todos desde el comandante de la Escuela hasta el último de los guardiamarinas. El Ejército siempre ha sido un servicio, incluyendo la Guardia Civil, y desde luego que hablar del Ejército o pintarlo era considerado de mala manera, pero eso está cambiando. Ferrer- Dalmau es un maestro de la pintura insuperable, es tan seguro de sí mismo que se autolimita. Él podría explotar si quisiera, me da la impresión de que tiene una disciplina enorme, apunta cada detalle de la indumentaria, de la pose del animal y eso somete a sus cuadros a una disciplina de hierro. Por eso sus cuadros son auténticos espectáculos de disciplina prusiana. Pero luego, en las escenas en que aparecen civiles, muestra una tremenda humanidad. Si la dejara explotar, si se dejará llevar por las modas, podría estar entre los dos o tres primeros pintores que hay hoy día en España. Pero no, él se mantiene fiel a sí mismo. El sigue ahí, con su éxito en el sentido de que puede pintar lo que quiere y puede vivir de ello, lo cual es una proeza para un artista.

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