[Por Jesús Fernández Úbeda]
Mikel Erentxun es el vocalista del grupo Duncan Dhu junto a Diego Vasallo y anteriormente con Juan Ramón Viles. Editaron su primer álbum titulado Por tierras escocesas en 1985, y estuvieron en activo hasta el año 2001, en el que publicaron ‘Crepúsculo’, conformando uno de los grandes grupos de los años ochenta. En paralelo, Mikel comienza su carrera en solitario con ‘Naufragios’, más tarde sacaría ‘El abrazo del erizo’, ‘Acróbatas’ y ‘Te dejas ver’, al tiempo que Duncan Dhu publica ‘Ciudades de paso’ y el recopilatorio ‘Éxitos’. En 2008 publica el directo ‘Tres noches en el Victoria Eugenia’, con el que cierra una etapa para empezar de cero. Junto al grupo Malas Influencias, Mikel empieza la tercera etapa de su carrera con ‘Detalle del Miedo’. En 2012 saca ‘24 Golpes’, le siguen ‘Corazones’, ‘Corazón salvaje’, ‘A corazón abierto’ y ‘El hombre sin sombra’. Un poco antes del confinamiento en plena pandemia mundial saca su último disco, ‘El último vuelo del hombre bala’. Hablamos con él, aún en la desescalada y por teléfono, del pasado, el presente y el futuro.
Pregunta.- Inevitablemente Comenzamos con este vacío que nos ha dejado el talento de Pau Donés, el vocalista de Jarabe de Palo ¿Cómo lo recuerdas tú, como amigo y como profesional?
Respuesta.- Lo recuerdo sonriendo; siempre sonriendo. Una persona siempre de buen rollo; tremendamente positivo. Un tío con mucha ilusión; muy vitalista, con una vitalidad muy contagiosa. Fíjate, incluso en los últimos años, con toda la movida que tenía encima siempre había felicidad en él. De hecho, es precisamente esa forma de ver y entender el mundo lo que le llevó a dejarnos un regalo antes de marcharse. Estuvo grabando, trabajando, escribiendo su último disco y eso fue lo que lo mantuvo con vida. Una vez terminado, Pau descansó por fin. Murió a las pocas semanas. Es una manera de despedirse envidiable; digna y elegante. «Me voy, pero ahí os dejo lo mejor de mí; mi música; mi trabajo». Me recordó mucho a Fredy Mercury, trabajando, escribiendo, componiendo, grabando hasta su último aliento. No es fácil cantar con una sentencia de muerte encima y mira, el single es una canción sobre la felicidad; hasta en eso fue admirable.
Pregunta.- Duncan Dhu fue una de los grupos de rock más influyentes de los años ochenta. ¿Cómo se digiere ese éxito siendo tan joven?
Respuesta.- Lo digerimos bien porque no fue un éxito inmediato. Recuerdo que íbamos en el coche prestado de mi hermana de acá para allá, con todos los instrumentos; un Renault 4 en el que no entraba el contrabajo, de acá para allá, hasta que finalmente empezamos a ser conocidos. Este año 2020 yo cumplo 35 años en la música. Duncan Dhu nació en el 85 con el álbum «Por tierras escocesas» y verdaderamente cuando veo el tiempo que llevo dedicado a este oficio me parece un sueño. Lo que más admirábamos en aquella época, cuando empezábamos, eran carreras largas, soñábamos poder vivir de la música toda la vida, como nuestros admirados Bob Dylan o Leonard Cohen. Esta es una profesión en la que lo difícil es mantenerse; es una carrera muy sinuosa, con curvas y cuestas pronunciadas hacia arriba y hacia abajo. Un éxito en una canción no es más que eso; pero lo valioso, al menos para mí, es sentir que, al pasar el tiempo, has modificado algo; has dejado un sello; una impronta; algo que te va a trascender.
Pregunta.- ¿Cómo era por dentro Duncan Dhu?
Respuesta.- Éramos en un primer momento tres componentes, Diego Vasallo, Juan Ramón Vilés y yo. Y bueno, éramos tres chicos de dieciocho años que estábamos estudiando nuestras carreras, y quedábamos para salir por ahí y para tocar. Realmente éramos muy jovencitos, pero no he sido demasiado consciente de eso hasta que no he sido padre; mi hijo mayor tiene ahora 24 años y para mí sigue siendo un crío, pero yo con su edad ya había grabado discos (risas). Dimensionar todo aquello me resulta muy raro ahora. Como te contaba antes, nuestro éxito fue rápido, pero no inmediato, así que aquellos chicos que viajaban en un «cuatro latas» prestado a pequeños bares de Madrid y Zaragoza a tocar tuvieron la suerte de tener un par de años de rodaje hasta que el éxito les llegó por fin con el segundo álbum.
Pregunta.- ¿Qué echas de menos de aquellos años?
Respuesta.- Bueno, tú sabes que cuando uno mira para atrás, tiende a quedarse con lo bueno, y en mi caso, no puedo encontrar en esa etapa más que buenos recuerdos, pero realmente no echo de menos aquellos años porque aquel Mikel pertenecía a una etapa pasada; y el de ahora, por fortuna, sigue muy vivo; componiendo, grabando, trabajando, ilusionado con nuevos proyectos y nuevas músicas. Con una vida llena, afortunadamente, de cosas por hacer. Además, los vascos tenemos esa vena costumbrista, tradicional, de abrir el álbum de fotos y recordar con nostalgia y esas cosas, pero cada edad tiene su momento, y en este momento creo que estoy haciendo las cosas que debo hacer acorde a mi edad. El éxito nos vino con veintipocos años que es una edad perfecta para viajar; vivir fuera de casa, tocar hasta las tantas, trasnochar, que la gente te pare por la calle…ser una estrella del rock (risas) …. Ahora con 55 años, mis hijos y mi vida no podría llevar ese ritmo. Sería imposible.
Pregunta.- En 1992 nace el álbum Naufragios, con el inolvidable tema A un minuto de ti, ¿Cómo decides seguir en solitario? ¿Qué recuerdos tienes de esa etapa?
Respuesta.- Le tengo un especial cariño a ese álbum y a ese tema porque ambos fueron como un renacer. Una carrera profesional tan larga como la mía tiene el inconveniente de que hagas lo que hagas, la gente lo va a comparar siempre con lo que hiciste antes, “«no pues era mejor Cien Gaviotas». Yo tuve la suerte con este álbum, que fue mi primer disco en solitario, de tener un éxito comparable al que había tenido años atrás y eso era muy difícil. Fue un comienzo de carrera en solitario muy potente, mientras que con Duncan Dhu todo fue más progresivo, el éxito de Míkel Erentxun fue inmediato y de hecho nunca más volví a vivirlo así; mi carrera en solitario nunca más volvió a tocar las cotas de popularidad que tuve con esa canción. a pesar del tiempo transcurrido, «A un minuto de ti» es un tema que nunca falta en mis conciertos ni en los recopilatorios.
Pregunta.- ¿Cómo era hacer música antes y cómo es hacerla ahora, con 55 años y toda esa biografía a cuestas?
Respuesta.- En estos 35 años de carrera musical, desde el primer disco de Duncan Dhu, he probado y he intentado muchas cosas, unas con más aciertos que otras, pero ha habido una evolución, creo, bastante coherente. Todas las fases por las que he pasado me han enriquecido y de todas he aprendido mucho. El grupo me gustaba porque lo compartíamos todo: el trabajo, las formas, la furgoneta, los hoteles, vas acompañado, en la carretera y en el escenario. Pero cuando trabajo solo me encanta sentir que estoy en el timón de la nave; que todo lo que pase, bueno o malo, depende únicamente de mis propias decisiones. Ser el dueño y señor de todo lo que hago tiene su punto. Llevo ya muchos años en la carrera como solista y me encuentro muy a gusto, pero por supuesto los logros de Duncan Dhu y su huella en la música española, siguen siendo un orgullo para mí.
Pregunta.- ¿Te ha pesado Duncan Dhu en tu carrera en solitario?
Respuesta.- Jamás. La decisión de seguir en solitario fue coherente con mis circunstancias personales. Con familia, hijos, mujer, ya no me sentía a gusto llevando la vida que llevaba con veinte años, sentía además que, profesionalmente necesitaba dar un golpe de timón, dejar la primera división y adquirir un nuevo ritmo a la hora de escribir, componer y cantar. Decidí cerrar una etapa de concierto y viajes y comenzar otra mucho más libre, aunque también más arriesgada, pero desde luego, menos competitiva. Me planteé retos personales en mi profesión, frente a la competitividad de los primeros años de Duncan Dhu.
Pregunta.- Y en ese momento de cambios nace el disco Detalles del miedo
Respuesta.- Exacto. Un trabajo grabado y mezclado en Londres en diciembre de 2009, en plena crisis, en cinta analógica de 16 pistas, por Cameron Jenkins. En este álbum decidí que en los temas se iban a imponer sobre todo «las sensaciones». Quizá las canciones no eran tan redondas como antes, pero yo sí era más libre, por eso decidí «estrujarlas» quitando todo lo que sobraba para llegar a la esencia. Con este disco, me advirtieron mis productores, te vas a estrellar, y efectivamente eso fue lo que pasó, pero de él obtuve cosas muy valiosas; un conocimiento inmenso que me abrió las puertas a otros lugares muy interesantes de la creación y de mi propia capacidad de componer. Y mira, creo que si yo hubiese seguido en la línea del pasado me habría ido debilitando hasta morir profesionalmente, pero con este disco decidí estrellarme para volver a renacer.
Pregunta.- ¿En qué sentido?
Respuesta.- Pues en un sentido de avance profesional con más densidad. Se me abrieron puertas a lugares menos populares, pero más especializados, y gente de ese mundo, digamos, exclusivo, se empezó a interesar por mi nuevo trabajo, lo que me llevó hasta lugares maravillosos, como el haber sido nominado por el disco «Corazones» a los Latin Grammy Awards en 2015.
Pregunta.- Aquel álbum «Corazones» fue un punto y aparte en tu carrera, al que le han seguido «El hombre sin sombra» y «El último vuelo del hombre bala», grabado el año pasado. Háblanos de esa «trilogía autobiográfica».
Respuesta.- Pues en realidad surge en progresión, no es algo que estuviese planificado como una verdadera trilogía, pero sí que me di cuenta de que compartían muchos elementos; así que entendí que el sentido era que estos tres discos fuesen unidos al menos de manera conceptual. Realmente son una especie de autobiografía musical. El primero de ellos, «Corazones», quise hacerlo tras recuperarme de una cardiopatía. Con el tiempo te das cuenta de que aquello no era tan grave y de que le pasa a mucha gente, pero realmente me cambió, porque durante un tiempo me vi en el filo de la navaja. Empecé a mirar de otra manera; a ser consciente de que a un lado está la vida y al otro, la muerte y pasó algo curioso; en vez de repasar mi vida profesional, en aquellos días de hospital, UVI, médicos y rehabilitaciones pensaba en mi primera Navidad y en el día que nació mi hijo. Me volví muy sentimental. Antes, le daba importancia a un llenazo, y ahora, a estar en el sofá viendo la tele con mis hijos.
Pregunta.- ¿Cómo has llevado el confinamiento? ¿Cuál ha sido tu música elegida en estos meses para el consuelo?
Respuesta.- El confinamiento siempre lo voy a ligar a Elton John, un personaje que siempre me produjo rechazo, curiosamente. Sin embargo, al comienzo del confinamiento vi la magnífica película sobre su vida y me gustó tanto que empecé a indagar en su trabajo; a buscar sus primeros discos, a escucharlo con atención y respeto, y para mi sorpresa, me he encontrado con verdaderas obras maestras; singles que son tesoros. Para mí Elton John ha sido todo un hallazgo; una felicidad; mi banda sonora del coronavirus. En cuanto a series, he descubierto una que me ha fascinado: «Outlander». Además, es que es «tan del norte»; me atrevería a decir que ¡es «tan Duncan Dhu»! (risas). Si yo veo esta serie hace 35 años, vamos, me da algo. Es que la música de Duncan Dhu hablaba precisamente de eso: los jacobitas, los Highlands; los castillos… hasta íbamos vestidos de escoceses. En cuanto a libros, he leído varios en estos meses, pero el que más me ha marcado ha sido La Frontera, cerrando con él la trilogía de Don Winslow, que me apasiona. Esas han sido en música, cine y literatura las tres luces con las que me he guiado en estos extraños meses de encierro.
Pregunta.- Solemos terminar nuestras entrevistas hablando sobre pintura; al fin y al cabo, esto es FDMagazine. Si tuvieses que elegir un pasaje histórico para que Ferrer-Dalmau lo pintase, ¿cuál sería?
Respuesta.- Sin duda, y ahora que lo tengo tan presente gracias al cine, elegiría para ser representada en un gran lienzo por Ferrer-Dalmau, la sangrienta batalla de Culloden, con la terrible derrota final del sueño jacobita. Aunque si me permites, y aunque no sean muy pictóricos, hay dos momentos de la historia de la música que guardo en mi corazón, habiendo soñado mil veces con estar allí: uno es la primera grabación de Elvis y el otro, el mítico concierto de los Beatles en la azotea, aquel frio invierno de 1969