“España tiene una historia maravillosa, que no sabemos contar”

[Por Carlos Molero]

Jesús García Calero, Redactor jefe de Cultura del diario ABC.
Alonso de Chaves es uno de esos españoles olvidados por su Patria. Nacido en Sevilla en 1528, fue piloto marino, cosmógrafo, dibujante de cartas náuticas e inventor, y todos los secretos que atesoró a lo largo de su vida para navegar a las Indias los encerró en un manuscrito jamás dado a la imprenta, “Espejo de navegantes”. Y ése es precisamente el título del blog que actualiza Jesús García Calero, redactor jefe de Cultura en el diario ABC, del que forma parte desde 1998. La referencia a la obra de Alonso de Chaves es un homenaje, sin duda, a conceptos como Historia, la Mar, España, grandes hombres olvidados, de este “marino” segoviano de tierra adentro, apasionado del mar y de lo que sus profundidades nos cuentan de la historia de la América hispana.

Pregunta.- La Semana Cultural Vallecana ha tenido como invitados a Diego Cañamero y Gabriel Rufián. Pero entonces, ¿qué es exactamente la Cultura?

Respuesta.- Es algo demasiado amplio para pertenecer ni a una ideología ni a un partido ni a las ganas de tener una revolución. Yo creo que la cultura es algo mucho más amplio que eso. Es el conocer como somos, los valores que tenemos, pero que tenemos todos. No vale decir los que yo tengo, y los que el otro tiene. Se puede hablar, se puede dialogar, pero en la cultura estamos todos. Nadie es el capataz de la cultura, nadie tiene derecho a echar a nadie de la cultura. Lo que hay es mucha ignorancia, y hace falta que haya más cultura. Por los dos lados, está muy bien que la gente de derechas conozca a Marx y a sus epígonos y tenga capacidad para debatirlo; pero también es bueno que la gente que solo está en una vereda o en una ladera de la ideología, pues se asome y dialogue desde el punto de vista civilizado y desde el disfrute del ámbito de libertad que todos tenemos y nos hemos dado.

Pregunta.- ¿Deberían los Gobiernos apoyar a la Cultura, y de qué manera?

Respuesta.- He visto por ahí a algunos ultraliberales que dicen: “Que haya un ministerio, pero si lo pagan”. Es que no se trata de eso. ¿Por qué somos famosos en el mundo? ¿Qué tiene España para vender aparte de la playa y el sol? Un patrimonio maravilloso, una cultura amable, una dieta maravillosa, una manera de ser, un mundo ampliado hacia el Oeste que incluye la simpatía y la misma manera de mirar el mundo y de ver la vida, valores compartidos con quinientos millones de persona. Pues si con eso no tenemos nada que hacer… En el primer tramo de la democracia actual, la cultura fue un asunto de Estado, como es lógico, porque venía de estar partida, había una cultura del exilio que había sido amputada y que era necesario recuperar, y el Estado puso todos los medios para que eso fuera así, y la metáfora de eso es el retorno del Guernica. Todos supimos que la cultura española se había vuelto a reunir y la hicimos nuestra. Pero tenemos la vida política que tenemos, los partidos políticos han tenido el poder que han tenido, algunas cosas las habrán hecho bien, pero hay otras que no las han hecho nada bien. Y hay dos cosas fundamentales que no se han hecho bien: la política educativa, en la que no hemos dado más que bandazos, y no ha habido un consenso, un pacto de Estado. Y en el terreno de la Cultura pasa tres cuartos de lo mismo. Después de ser un asunto de Estado para reunir a las culturas del exilio, resulta que se estableció un programa, un poco a golpe de subvención, en el que también los partidos políticos disfrutaban de tener amigos en la cultura, que eso viste muy bien: fotos simpáticas, inauguraciones, etc., dejando la cultura en el adorno. ¿Y dónde está lo demás? Yo no he visto una estrategia, desde 1992. Yo creo que ése es el último momento en el que España se toma muy en serio la conmemoración del centenario, y hace muchas cosas, y muchas, muy bien. Pero desde entonces, la Cultura se ha ido dejando fuera, como un adorno, como una anécdota. Y nos encontramos gente mal educada, porque los planes de educación no son lo que tendrían que ser. Y la Cultura abandonada, mientras que la periferia -que son los nacionalismos, sobre todo- se lo ha tomado muy en serio. Tenemos un discurso contrario a España y nadie diciendo cosas muy razonables, como que esas culturas forman parte de la cultura española, es que la cultura española no es excluyente, todo lo contario es inclusiva e incluyente. Y la Historia está para ver que los navegantes vascos, que los comerciantes catalanes, pero que también los andaluces, los extremeños, los castellanos, todos los cartógrafos baleares, todos hicieron posible la unión de reinos que se convirtió en España y que tiene una historia maravillosa, que no sabemos contar.

El retorno del ‘Guernica’ es una metafora de la reunión de la Cultura española al comienzo de la democracia.

«Va a haber que hacer un Erasmus dentro de España para que los jóvenes convivan»

Pregunta.- La descentralización de las autonomías, ¿no puede hacer que prime el provincianismo, lo de aquí, sobre la calidad?

Respuesta.- Entiendo que nos hemos dado un estado descentralizado con 17 autonomías que tiene cosas buenas y cosas malas. Y entre las cosas que se han transferido están la Educación y la Cultura. En parte, la transferencia educativa ha sido una dimisión del gobierno de generar una igualdad. Te vas a un país, a Gran Bretaña por ejemplo, y allí el examen es el mismo para todos los niños, el mismo programa para todos, de tal manera que la igualdad de oportunidades de esos niños es real. Aquí se echa en falta un sistema educativo que sea mucho más transversal, que valga y lo valga a futuro. Y urge un acuerdo para saber qué vamos a enseñar sobre de dónde venimos y quiénes somos, porque lo que no tiene un punto de encuentro es que a un niño catalán le estén educando en el desafecto a todo lo que venga de España y un niño español no tenga ni siquiera argumentos para responder a eso. Está muy bien que los gobiernos se descentralicen, eso no me parece objetivamente malo, pero lo que falta en el gobierno central es tener muy claro el papel que jugar. Es que casi lo que nos hace falta es el Erasmus dentro de España, para que los jóvenes convivan, porque estamos creando islas y a la larga son muy peligrosas, no vamos a tener de qué hablar con un vecino a doscientos kilómetros, cuando podríamos estar hablando con el de los catorce mil kilómetros que está en Argentina perfectamente. Es urgente que el Gobierno de España sea consciente de que hace falta la estrategia de la que ha dimitido.

Pregunta.- ¿Y a qué obedece, en su opinión, ese fallo?

Respuesta.- Creo que es que no se ha hecho Política. Los políticos tiene que estar para hacer política y los servidores públicos tienen que servir y es evidente que ha habido fallos. Yo me he dedicado los últimos años al patrimonio subacuático, a raíz del expolio de Odisey. Nos robaron el oro delante de nuestras narices, una empresa que llevaba seis años, ¡seis años!, trabajando en nuestras costas, con permisos de Exteriores, de Fomento, de la Junta de Andalucía. Después de ese tiempo, estos señores expolian y se largan; ahí me doy cuenta de lo que estamos haciendo. Es un problema cultural gravísimo, ¿por qué? Porque es un registro histórico como no hay otro igual en el mundo, que tiene las claves de esa Historia que no nos hemos contado, porque ahí está la mejor España de verdad. No eran barcos llenos de conquistadores sanguinarios, era una sociedad mestiza la que se hundía. Y no eran tesoros robados a los indios, por mucho que a alguno le gustaría que fuese así, era un ir y venir de bienes, de ideas, de fe, de abusos… Todo eso ya lo tenemos estudiado en tierra pero no hemos estudiado los barcos que lo hicieron posible. Ser consciente de que hay ahí un problema cultural tan grave con algo tan importante y que nadie había mirado, me hizo despertar. La Junta de Andalucía no tiene por qué encargarse de los galeones de la Carrera de Indias, eso es cuestión del Gobierno de España. ¿Y dónde está la estrategia? Pues eso, no hemos excavado ni un solo galeón, ni un barco de Trafalgar, ni un barco de Lepanto, nada de nada. Sólo hemos ido a la “Mercedes”, que es lo primero que se ha logrado hacer de política nacional, y está muy bien, ¿eh? Pero hay que hacer más.

«No creo que estemos ni falsificando la realidad ni traicionando a los lectores»

Pregunta.- Es lugar común hablar de las presiones o las interferencias que se ejercen sobre el periodismo por parte de los poderes políticos, financieros… ¿También ocurre con la sección de Cultura?

Respuesta.- Yo creo que el periodismo se halla siempre dentro de una olla a presión, y si hay algo que caracteriza al periodismo en la última década en España es que hemos pasado de medios pequeños, al igual que en el resto del mundo, a medios muy grandes. Cuando yo empecé en ABC, era una empresa familiar que sostenía y administraba un periódico. Ahora es un grupo multimedia enorme, porque ha sido la única manera de sobrevivir en un mercado con una competencia atroz, con una publicidad en declive y una economía en crisis. Y además con la llegada del mundo digital, que ha sido como el golpe que no nos esperábamos o que no sabemos si podemos aguantar de la misma manera. A la vez, esto ocurre en un momento en el que hay más lectores que nunca, porque llevamos un móvil en la mano y tú estás todo el día informado, con lo cual nosotros tenemos que salir a buscar a los lectores. Las mayores presiones que probablemente tiene el periodismo de cultura son de carácter político a veces, o de carácter corporativo. Es verdad que hay un problema de modelo financiero para la prensa, con medios que están desapareciendo, con expedientes de regulación de empleo… no hay mayor libertad que la autonomía financiera para el periodismo; y estamos, digamos, por debajo del listón. Pero lo que sí puedo decir es que el periodismo que yo veo merece confianza. No estamos vendidos a una presión, uno podría pensar que ABC que es un periódico de derechas con el Gobierno de Rajoy… en la parte que yo llevo, que es Cultura, podría pensarse que no hemos tenido ningún problema. Y sí, sí los hemos tenido. Pero es que ésa es la vida de un periodista, yo publico una cosa que habrá a alguien a quien no le guste que se publique y va a protestar y va a tratar de influir para que salga su historia. Nosotros estamos en el medio y nuestra responsabilidad es buscar un equilibrio, que todas las historias se oigan, pero también aportar criterios a los lectores, y yo creo que eso no ha dejado de hacerlo el periodismo. No creo que estemos ni falsificando la realidad ni traicionando a los lectores. Es más, creo que cada vez somos más conscientes de que nuestro medio pertenece a los lectores. Antes un lector enfadado te podía escribir una carta, pero es que ahora lo tienes en Twitter, tiene acceso a la misma fuente que tú, y además si no le gusta lo que has dicho, tarda cinco minutos en decirlo en público.

Pregunta.- ¿Qué reflejo cree usted que tiene sobre la Cultura este mundo hiperacelerado, hiperestimulado y a veces histérico que nos hemos dado hoy día?

Respuesta.- Creo que el mundo ha cambiado mucho y ha cambiado nuestra manera de leer. Antes un señor cogía un periódico y se lo leía de cabo a rabo, eso ya no ocurre. Leemos a fogonazos, miramos una cosa, mucho más de imágenes, pero también en las pantallas la lectura es menos reposada. Todavía nos gusta coger un libro, leerlo, en las pantallas tú no te lees un novelón, no hay más que ver las cifras del Centro de Investigaciones Sociológicas: el 80 por ciento de la gente lee tanto el periódico como el libro en papel, porque es un invento maravilloso; hay dispositivos que en dos años ya no valen porque ha cambiado el sistema, el libro en cambio, desde el siglo XII o desde los romanos, cambió el sistema de rollo a libro, pero se sigue pudiendo leer. En el periódico de papel, la publicidad no molesta; en el digital, te salta delante. Son dos mundos que hay que aceptarlos, porque vivimos con un pie en cada uno. Ahora bien, lo que creo que ha ocurrido es que ya no hay un criterio único, un canon cerrado que nos haga decir: “Esto es la Cultura alta y lo demás es despreciable”. ¿Por qué? Porque está todo tan conectado que incluso al señor director de la Real Academia Española le llegarán probablemente por Twitter cosas que son absolutamente frívolas. ¿Qué le digo? el Chiquilicuatre. ¿Usted se imagina a Dámaso Alonso sabiendo cualquier frivolidad de su época? Pues probablemente no. Es decir, estamos mucho más enfangados con lo que ocurre a nuestro alrededor, pero es que es el mundo es así, no podemos pretender que la Literatura que nosotros hacemos sea la de las hermanas Brönte. Está muy bien porque reflejará nuestra época, de la misma manera que la de las Brönte reflejaba la suya. Ocurre con el Arte, mucha gente se lleva las manos a la cabeza diciendo que hay una obra del artista japonés Murakami que ha valido no sé cuántos millones, y es una obra especulativa. Entonces, uno da un paso atrás, mira su época y dice: “¿Puede representar a mi época una obra que es una especulación económica, que es un poco frívola?” Pues yo creo que sí. Pero eso no quita para que haya otros artistas haciendo otras cosas, o haya un Banksy que se ha ganado el arte en las calles… El mundo es muy cambiante, lo que no hay ya es una corriente única. Entonces, el desafío para un periodista ahora es cómo conocer cosas de un lado y del otro y orientar los lectores para que aquellas historias que son interesantes le puedan llegar, es un buen trabajo.

Pregunta.- Junto con Sociedad, ¿son ustedes, los de Cultura, una especie de ‘cajón de sastre’ de un medio de comunicación?

Respuesta.- Sinceramente, en un país donde la política está como está, donde hemos terminado haciendo un gobierno por penaltis, si hay algo que nos puede orientar y aportar cosas a nuestra vida, sin duda, es la cultura; y la información de Sociedad también. Porque si hay un país que tiene un problema de identidad es el nuestro. Tenemos infinidad de fuerzas centrífugas, de cicatrices a veces mal cosidas. Creo que que vale la pena apostar por aquello que nos habla de cómo somos todos, de lo que podemos compartir, por aquello que nos hace elevarnos un poquito por encima del problema peculiar, pequeño, local, porque eso nos puede permitir hacer un camino entre todos. Volviendo al tema de los pecios, una de las cosas que pienso es en el día en que España sea consciente del valor que tendría irse a México a buscar con ellos un barco de nuestro pasado, de la Carrera de Indias, y delante de esos restos, encontrar allí la historia de los dos. Cooperación científica de primer nivel, innovación tecnológica de primer nivel porque son proyectos tecnológicos muy complicados, revisión de la Historia para derrocar algunos mitos, y mirada hacia el futuro desde el pasado. Me parecen valores que tiene que perseguir una sociedad moderna y abierta como la nuestra, que procede de una historia tan rica y tan compleja como la que tenemos. Pero eso tiene que tener detrás una estrategia, si somos capaces de verla y ponerla en práctica, no haremos más que enriquecernos. Eso es la Cultura, el llamémoslo “entertainment”, que incluye los espectáculos, las manifestaciones culturales, los festivales, el primer sector de la economía mundial, como me dijo una vez Juan Luis Arsuaga.

Pregunta.- En las páginas del periódico, comparaban ustedes hace unos días las políticas culturales de distintos países, y parecía que Italia iba por ese camino que señala.

Respuesta.- Italia ha hecho una jugada maestra. En el momento en que llegó la crisis, tuvieron muy claro que no iban a restar ni un ápice de su apuesta por su patrimonio y su cultura. Y así, han restaurado el Coliseo de Roma gracias a la marca Tod’s, las escaleras de la plaza de España con una marca de moda, no han dejado de estar todo el rato avanzando, vendiendo nuevas restauraciones, no han parado de hacer cosas. El presidente del Gobierno va cada dos por tres a Pompeya a dar una rueda de prensa, para eso, para darle un respaldo político. ¿Y qué hemos estado haciendo en España? Es verdad que el ministro Íñigo Méndez de Vigo ha cambiado algunas cosas, pero en la etapa anterior de la legislatura no se ha visto un cargo ni en un estreno de teatro, ni de cine, nada. Supongo que todo el mundo tendrá miedo de que le abucheen, pero es que va en el cargo. El sector de la Cultura se ha sentido abandonado, ha sentido que, mientras que la industria, en el asunto de la piratería, por ejemplo, estaba muy bien acompañada por el Gobierno, a la Cultura ni se la ha atendido ni siquiera recibido como se merecía.

Pregunta.- ¿Una razón (o dos, o tres) por la que no cambiaría la sección de Cultura del ABC por nada del mundo?

Respuesta.- Este es un oficio muy duro: jornadas inacabables, trabajamos a la vez en la web y en la edición de papel, hay días que no sabes cómo terminarlos, ¿no?, estás agotado. Y esos días, que a veces que te deprimes, entonces te dices: “Me voy un momento al archivo”. Y a mí me ha pasado, por ejemplo, un caso concreto. Hace algunos años teníamos que hacer un suplemento de cine los viernes. Me bajo al archivo y veo números de los años 20, y me encuentro que no tenemos nada que descubrir, porque el ABC clásico era eso, lo que queremos hacer: fotos a toda página, un valor de las imágenes maravilloso, reportajes y entrevistas escritos por gente que lo hacía muy bien, estaban los mayores nombres de la Cultura en el ABC, y es un honor y una responsabilidad estar en el mismo lugar, porque seguramente no llegamos ni al zancajo. Lees los temas de sociedad, los reportajes que daban en esos suplementos estaban volcados con una mirada esperanzadora hacia el futuro, contados con optimismo, en pensar que todo podía mejorar, ¡y estaban a diez años de una guerra civil! En ese momento, te das cuenta del valor humanístico que tiene todo eso. Que venga la señora Curie y dé una conferencia en la Residencia de Estudiantes, o el señor Einstein, o de que un señor Neville que está en Hollywood jugando al tenis con Charlot te cuente lo que está haciendo; el cosmopolitismo más maravilloso, la tradición literaria más castiza y más internacional también; la manera de entender España más poliédrica, con Eugenio D’Ors, Wenceslao Fernández Flórez. Es una escuela. Bajas a inspirarte y vuelves embriagado de lo que ha sido esta cabecera. Y evidentemente me imagino que habría redactores en aquellas redacciones que tendrían días muy duros y estarían muy deprimidos, y a lo mejor veían los números antiguos de Blanco y Negro para restañar sus heridas. Y probablemente eso es algo que otros periódicos no tienen. Somos el único que ha sobrevivido a la Restauración, a la Dictadura, a la República, a la Guerra Civil, a la dictadura de Franco, a la Transición, no hay otro medio que tenga ese bagaje en la piel. Cuando oyes, por ejemplo, que no sé quién inventó el periodismo femenino hace treinta o cuarenta años, que se dice últimamente porque parece que antes no ha habido nada. Pues hay que recordar a Sofía Casanova, la gran periodista que ABC envió a la primera guerra mundial, que llegó incluso a entrevistar a León Trotsky, y a quien una compañera nuestra, Inés Martín Rodrigo, ha dedicado una novela, “Azules son las horas”.

«F e r r e r – D a l mau hace que la gente interesada por la Historia se sienta comprendida»

Pregunta.- Una última cuestión para preguntarle sobre la obra del pintor Augusto Ferrer-Dalmau. ¿Hay que derrochar unas cuantas gotas de locura para pintar en España lo que él pinta?

Respuesta.- Bendita locura. No le conozco hace demasiado tiempo, ha sido una amistad reciente e intensa. Hay una cosa que cuando le conocí, me despertó la admiración. Cada vez que tenía que publicar algo de Historia, sobre todo del tema de los barcos, no hay galeón que no se haya hundido y que no lo haya pintado un inglés. Es muy difícil encontrar un cuadro español de nuestra Historia, y la única pintura histórica relevante es la de finales del siglo XIX y está muy contaminada por el momento que vivía España, que es justo antes de la Revolución Gloriosa. Se da una visión muy idealizada, muy mitológica. Resulta que, en un mundo audiovisual, no tenemos imágenes para contarnos nuestra Historia. Y llega Augusto Ferrer-Dalmau, que se documenta forma exhaustiva para sus cuadros: los uniformes, las armas, qué fue, dónde pasó, cómo ocurrió… Entonces, ¿cómo no va a provocar lo que está provocando? Que la gente que tiene interés por la Historia, que es muchísima más de la que parece, se entusiasma cuando ve sus cuadros, porque se siente comprendida en esa sed por tener una visión de nuestra Historia.

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